A lo largo del tiempo, la historia ha sido testigo de los significantes cambios producidos y que hoy han permitido encontrarnos con una realidad. Realidad que para los países emergentes e incluso, para los países desarrollados, puede convertírsele en un arma letal que impida o amenace su continuo desarrollo y crecimiento.
El mundo está viviendo una época particular y única, caracterizada por la globalización, aperturas de mercados, investigación y desarrollo tecnológico, una época que abrió las puertas al cambio, y que exige que modifiquemos nuestra manera de pensar y actuar. Este dualismo (pensar y actuar) mantiene una relación de causa y efecto, donde el conocimiento permite establecer esquemas mentales y conscientes que conlleven a la acción.
Esta época requiere de sociedades de conocimiento que promulguen y apoyen la educación, y que cuyos esfuerzos estén orientados además, a desarrollar en los individuos que la integran, esa capacidad de aprendizaje y aprehensión de múltiples conocimientos. También demanda la articulación de un trabajo mancomunado con los distintos actores de desarrollo, el estado, instituciones de educación, grupos empresariales, sectores económicos, etc.; para diseñar y establecer políticas que les permitan a los países en vía de desarrollo, disminuir esa brecha del conocimiento y apuntar a mejorar las condiciones de calidad de vida de sus individuos.
La formación se considera el eje pilar en una política social de un país, por ende de la importancia de la educación; que ya no se dimensiona como un proceso de enseñanza sino como un proceso de aprendizaje. El aprendizaje es un proceso subjetivo e independiente, y aunque se puede aprender colectivamente; no deja de ser propio de la persona.
El aprendizaje desde su complejidad involucra aspectos relevantes que tristemente hoy no son tenidos en cuenta por algunas instituciones de formación, y que no se aplican porque no se ha logrado solucionar los problemas sociales que persisten. No obstante el aprendizaje requiere de un contexto donde existan condiciones para el desarrollo de habilidades, destrezas, y la adopción del conocimiento; un espacio donde acontezcan sucesos que aporten de manera positiva el aprendizaje, y un panorama social donde se vele por el interés común y el bienestar.
Es importante tener en cuenta que a diferencia del postulado que plantea PIAGET, en donde considera que el aprendizaje se inicia desde el nacimiento del ser humano; este emprende su proceso de aprendizaje desde que es concebido, respondiendo a estímulos de su madre y padre, y es desde ahí que se inicia el proceso de aprendizaje. Es entonces desde ese momento, que todo lo que suceda alrededor de este individuo va a hacer parte de su aprendizaje. Empieza a conocer su entorno, a familiarizarse con el, a establecer criterios y juicios, y a adoptar hábitos. A través de su experiencia logra seguir patrones de conductas como resultado de lo que va aprendiendo.
Pero que es lo que garantiza que esos patrones de conducta adoptados por el individuo, lo hagan una persona de bien, que responda positivamente a la resolución de problemas y conflictos, a la satisfacción de necesidades, y al aprovechamiento de oportunidades?
La respuesta es múltiple y se puntualizan en: la calidad con la que se diseñan los procesos formativos, es decir que sus currículos sean pertinentes; la capacidad intelectual y habilidad de los instructores, el compromiso y la motivación del sujeto de aprendizaje, el acompañamiento familiar, la vinculación e inclusión del aprendiz en un rol social donde pueda demostrar las capacidades, habilidades y conocimiento adquiridos y pueda además apropiarse de nuevas capacidades, habilidades y conocimientos.
Aunque estoy seguro de que las variables precisadas en el aparte anterior se quedan cortas a la hora en que juiciosamente se listen notas de aquellas condiciones en las que debe presentarse el proceso de aprendizaje. Considero además que esta condición es imprescindible, porque es a través de ella el individuo determina y adopta una identidad, se identifica con sus gustos y preferencias, adquiere una destreza, una habilidad, un conocimiento, y estableces sus propios límites. Es ahí donde existe una responsabilidad de los actores del aprendizaje para evitar criterios absolutos que dificulten transformar el estilo de vida del individuo que se forma.
El ser humano es una animal racional y de costumbres, y como popularmente dicen “aprende en la escuela de la vida”, y es esta escuela la que ha contribuido a que muchas generaciones alcancen sus logros o se lamenten en sus fracasos. Ese mismo habito o costumbre ha hecho del hombre un ser temeroso y conformista, que no enfrenta retos y que se resiste al cambio. Ven el cambio como una amenaza y no como una oportunidad, se limitan hacer las cosas como lo han venido haciendo y no abren su mente a nuevos esquemas.
No se trata de que el ser humano modifique por completo su estructura mental, si no que modifique con previo análisis, algunos aspectos que mejoren sustancialmente su accionar. Que habrá su mente y la condicione a aprender lo que le es útil a la sociedad y a aprender a desaprender lo que realmente va en contravía de todo lo que se ha dicho en cada uno de los párrafos anteriores.
La invitación es a que fortalezcamos nuestro aprendizaje y nos comprometamos a adquirir esa responsabilidad social para así mejorar no solo las condiciones en que se desarrolla un proceso de aprendizaje, sino la calidad de vida de una sociedad que pide a gritos un cambio. Porque el aprendizaje es un proceso que cambia la historia.
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